lunes, 19 de junio de 2017

"Tú, tan joven y tan triste"

Haz realidad lo que hablas.  Cumple con todo(s).  Patea(los).  Y rompe a llorar.  Y a reír.  Destrózalo(s), te está permitido.  Y excúsate otro día.  Que los corazones rotos se curan, que no duele tanto, ni sangra.  Y respira.  Apunta.  Dispara a matar.  Y a vivir.  Y deja que te alcance mientras aún sepas jugar.  Que duele más lo que callas que cualquier puñetazo.

Tú, que sólo sabes encajar los golpes con el pecho, déjate latir.

Siempre te han pesado más las manos que los años.  Siempre has tenido más corazón que modales.  Abre la puerta.  Y las ventanas.  Y escúpele a todo lo que haya perdido el color.  Y deja encendida esa luz, por favor, y no tires la toalla.  Deja que arda.  Y arde también.  Y sonríeme.

Y que les den por culo.

Hay una línea muy delgada entre lo que está bien y lo que te hace bien.  Hay sólo un mínimo espacio entre lo bueno y lo estúpido.  Levanta la vista.  Y la cabeza.  Y el corazón.  Y que nadie te diga lo contrario.  Y llévales la contraria.  Y grítale(s).  Y grítame.

Y que te duela(n) menos, y lo(s) disfrutes más.

Acuérdate de cuando soñar no significaba dormir.  Tú, tan joven y tan triste, déjate vivir.  Salta.  Y vuela.  Y deja que te quieran, joder.  Y quiere(te) tú también.  Y grítale.  Y grítame.  Deshazte de ella.  Desátate el nudo.  Despídete.  Y déjate volver.

Y quédate conmigo.

viernes, 12 de mayo de 2017

"Cada uno es dueño de dar con su cabeza en la pared que quiera"

Se esconden de la luz.  Evitan toda voz.  Se disfrazan y mienten.  Se ahorcan en su almohada.  Y gritan alto.  Tan alto gritan.  Tan alto.  Tan lejos.  Tan llenos.  Tan hijos de puta.  Tan sordos.

Son como un alud.
Como un disparo a bocajarro en la sien.

Si les llega tu olor, saldrán de las cavernas.  Y te morderán.  Te devorarán.  Te arrancarán toda paz.  Te devolverán tu humanidad.  La más antigua.  La más remota.  La más violenta.  La más real.

Son como bestias.
Como fieras que esperan escondidas el momento de saltar.

Saben destrozar.  Saben dónde buscar.  Lo saben todo.  Saben a verdad.  Huelen a desastre, y a mierda.  Apretarán y exprimirán tu pecho para vaciarlo del todo.  Para llenarlo de nuevo.  Para obligarte a saltar.  Y dolerá.

Son como una frase impronunciable.
Como pájaros enjaulados que anhelan la libertad.

Y vuelan.

Y huyen.

Y vuelven.


Y no se irán jamás.

miércoles, 26 de abril de 2017

"Quiero otro, pero contigo"

¡Salta, valiente!

Y no te quedes.

Y no te ahogues.

Vete por la ventana.
Vete sin hacer ruido.
Vete sin que te vean.
Pero vete
lo más lejos que puedas
en el tiempo y el espacio
y no mires atrás.
Vete, por favor, vete.
Y no escuches lo que digo.
Y no escuches lo que dice.
Y no busques más, imbécil,
que nunca hubo nada que encontrar.
Pero tú ya lo sabías, ¿verdad?

Ilusa.

Idiota.

A veces juegas a creerte
que en el pecho guarda algo para ti.
A veces, corazón,
creer no es suficiente.
Y me doy cuenta, y me apuñalo.
Y tiro la toalla.
Y me niego.
Y te niego más de diez veces al día.

Eres como intentar volar sin alas,
como huir de un mal sueño y que las piernas no respondan.

Eres, sin más.

Y ojalá sigas siendo siempre.

Ojalá,
como el grito de un soñador.

Ojalá,
mi deseo sin verbo,
te cumplieras una vez.
Sólo una.
Suficiente.

Y ojalá tanto que duela
y que queme
y que no me dejes respirar.
Y entra.
Joder, ¡entra!
Desordéname este orden
que no me reconozco,
que tú no me conoces,
que no quiero
pero sí.

Dispárame a matar.

Dispárame en la herida.

Dispara.
Por favor, ¡dispara!

Y no me mires.

Y no me agarres.

Y no me escuches jamás.

lunes, 4 de julio de 2016

1.826 / 4.7.11 / 5

Son casi las doce.
Ya casi te has ido.
Llegas.  Rojo.  Hablas.  Bailas.  Mi cama.  Calor.
Me doy la vuelta.
Nunca.
Palabra enorme que se derrama por mis dedos.
Nunca.
Suena música en mis labios.
Oigo el eco tan lejano,
tan tardío,
tan vacío,
sin palabras.
Y se derrumba, tan dura.
Se cuelan tus peores miedos,
mis mayores deseos,
hermanos, de hecho, los dos.
No vuelvas,
no gires la cabeza,
no me devuelvas la mirada.
Nunca.
Palabra enorme que se derrama por mi cara.
Nunca.
Llévatelo, ya no me sirve.
Quédatelo, ya no lo quiero.
Devuélvemelo algún día,
cuando ya te hayas ido.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Todo es una versión de otra cosa, y nadie es inocente

Me devora.
Muerde. 
Me atraviesa desde abajo
por el centro,
desbordando en mi cabeza.
A veces, sólo quiero que te largues.
Otras,
quisiera que me ates
con todas tus fuerzas,
Que no pueda escapar.
Que no quieras que escape.
Quedarme aquí, un poco más al oeste.
Que vengas a mi centro
y no dejar(te)me vivir.

Átame de pies y manos,
o destrózame al salir.

Desapareces,
voluntaria en mis desvelos.
Tan cerca.
Tan jodidamente allí.
Tan fuera de mí.
Tan dentro de mis ganas.
Y no quiero que no vuelvas,
y no quiero volver más.
Y me deshago.
Me derrite.
Me corroe hasta quemar.
Me vuelvo hielo.
Y a veces
se hace vapor.

Desángrame,
o mátame las ansias.

Si me abrazas con palabras,
que no sean balas de fogueo.
Dispara.
A muerte.
Dame la vida.
O destrózame.
Haz el mejor de tus nudos,
o deshazme el mundo.
Grítame.
O cállate,
y no lo digas.
No digas nada.
Que lo que no se dice,
no existe.

miércoles, 19 de agosto de 2015

“E”

Cuando se fue, quería quedarse.
Ser la sombra de un futuro pasado,
presencia perenne que nunca está.

Cuando se fue, no entendió el adiós.
Se agarró con uñas y dientes sin tener en cuenta los destrozos.
Nunca supo irse,
los caminos de huída la traían siempre de vuelta.

Cuando se fue, se olvidó de llevarse con ella el recuerdo.
Lo metió en una caja, y lo escondió bien profundo para que no pudiera arrancármelo.
Se aseguró de dejarse allí.

Cuando se fue, quería irse, y quería quedarse.
Siempre fue caos, y huracanes, y una jodida lluvia repetitiva y molesta.
Tan necesaria.
Tan oportuna.
Tan hija de puta.

Cuando se fue, no se despidió, nunca lo hacía.
Deja ventanas abiertas, semáforos en ámbar, y su mano tendida.

Cuando se va,
siempre me deja una nota de vuelta.

Cuando se va,
idiota,
yo siempre me quedo sentada en la puerta.

domingo, 15 de marzo de 2015

2.491,1

Disparó, y fue como un alud.

Otra vez.

Se comió lo poco que me quedaba de corazón, sabiendo que latía por ella.  Me vomitó su pasado en la cara, limpiándose en mi espalda la mierda que le recorre las manos.  Luego me arrancó las entrañas, y ahora descansa tranquila.

Siempre me ha estrujado el alma hasta exprimirla,
y yo siempre le he dicho que sí.

En mi garganta vive un silencio frustrado, una explosión que nadie ha visto, y que ella nunca entenderá.

Esperar es desesperante cuando nunca se llega a ningún sitio, y abrir ventanas sólo sirve para ver con más claridad las sombras.

Mejor cierro con llave.

Olvídala de una vez.