domingo, 8 de noviembre de 2015

Todo es una versión de otra cosa, y nadie es inocente

Me devora.
Muerde. 
Me atraviesa desde abajo
por el centro,
desbordando en mi cabeza.
A veces, sólo quiero que te largues.
Otras,
quisiera que me ates
con todas tus fuerzas,
Que no pueda escapar.
Que no quieras que escape.
Quedarme aquí, un poco más al oeste.
Que vengas a mi centro
y no dejar(te)me vivir.

Átame de pies y manos,
o destrózame al salir.

Desapareces,
voluntaria en mis desvelos.
Tan cerca.
Tan jodidamente allí.
Tan fuera de mí.
Tan dentro de mis ganas.
Y no quiero que no vuelvas,
y no quiero volver más.
Y me deshago.
Me derrite.
Me corroe hasta quemar.
Me vuelvo hielo.
Y a veces
se hace vapor.

Desángrame,
o mátame las ansias.

Si me abrazas con palabras,
que no sean balas de fogueo.
Dispara.
A muerte.
Dame la vida.
O destrózame.
Haz el mejor de tus nudos,
o deshazme el mundo.
Grítame.
O cállate,
y no lo digas.
No digas nada.
Que lo que no se dice,
no existe.

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