Son casi las doce.
Ya casi te has ido.
Llegas. Rojo. Hablas. Bailas. Mi cama.
Calor.
Me doy la vuelta.
Nunca.
Palabra enorme que se
derrama por mis dedos.
Nunca.
Suena música en mis
labios.
Oigo el eco tan lejano,
tan tardío,
tan vacío,
sin palabras.
Y se derrumba, tan dura.
Se cuelan tus peores miedos,
mis mayores deseos,
hermanos, de hecho, los
dos.
No vuelvas,
no gires la cabeza,
no me devuelvas la mirada.
Nunca.
Palabra enorme que se
derrama por mi cara.
Nunca.
Llévatelo, ya no me sirve.
Quédatelo, ya no lo
quiero.
Devuélvemelo algún día,
cuando ya te hayas ido.
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