Ven, que te invito a cenar sin mantel ni cubiertos.
Quisiera amanecerte a mediodía, en forma de resaca. Ser sólo un aliento, el aroma que te perfume
esta noche las entrañas, y reescribirte con mis dedos en un idioma nuevo. Que se me clavan tus manos en las costillas
sin que tus yemas lleguen a rozarme, y se me gastan las excusas por las que
huir de tu portal. Que te has convertido
en sed constante… Y yo me he perdido en
la semiinconsciencia del aire que se te escapa de noche, y que disparas
fulminante sin llegar a alcanzarme, pasándome de cerca.
Confusión continua, y continua presencia.
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