miércoles, 23 de enero de 2013

Tus pasos en el recibidor

Ven, que te invito a cenar sin mantel ni cubiertos.

Quisiera amanecerte a mediodía, en forma de resaca.   Ser sólo un aliento, el aroma que te perfume esta noche las entrañas, y reescribirte con mis dedos en un idioma nuevo.  Que se me clavan tus manos en las costillas sin que tus yemas lleguen a rozarme, y se me gastan las excusas por las que huir de tu portal.  Que te has convertido en sed constante…  Y yo me he perdido en la semiinconsciencia del aire que se te escapa de noche, y que disparas fulminante sin llegar a alcanzarme, pasándome de cerca.

Confusión continua, y continua presencia.

Y una vez sobre la mesa,  déjame aniquilar las quimeras y quedarme, sin más, a desayunar(te). 

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