miércoles, 30 de enero de 2013

RE-LAMIDA


Tras de sí va dejando orgullosa un sinfín de planes a medias, de medias tintas, arrancando palabras que me empeño en no pronunciar.  Se siente enorme en la inmensidad de su nada, y se pinta de colores porque su todo es fachada, tan sólo eso, un reflejo hueco en un espejo cualquiera.

Vacía, vulgar…  Manía persecutoria que se aparece de mañana, sola, siempre sola.

Variación constante, constante cambio, bipolaridad continua, no se acostumbra a nadie ni a nada, ni siquiera a sí misma.  No se conoce, sólo se encamina hacia donde le dicta el pecho, que ella esconde por debajo de su ombligo.

Depredador absurdo, nutre su ego de los ojos ajenos.  Es casi una dependencia, una adicción.

A veces se le caen insensateces de la boca, cuando no las camufla en mentiras disgregadas, casi creíbles.  Es buena en su juego, mala en sus artes, y hueca, al fin y al cabo.  Bajo su esternón late un motor a vapor, inerte, mecánico, sin sentido común. No siente ni padece de cintura para arriba, no ve más allá de su flequillo.

Y se cree peligrosa…  Ridículamente peligrosa, fruto de su megalomanía.

Actriz secundaria, amor de compraventa, coprotagonista de cualquier historia que ansíe alcanzarla, y es fácil, cualquier guión le vale.  No tiene escrúpulos, no le importa nadie, sólo busca sus quince minutos de fama.

Magia de cuento chino.

Después de todo, niña perdida, yo he vivido todos tus bucles en carne propia; he sido planes, y palabras, he sido fachada y colores, he sido vulgar, he estado vacía, he sido variación y bipolaridad continua, he sido el centro de tu ombligo, insensatez en tu boca, he sido dependencia y adicción, otro juego, coprotagonista…  He sido mentira contigo.

Y tu única verdad.

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