viernes, 11 de enero de 2013

Photofinish


Tú, y yo, y apenas tres metros por en medio.  Y parece que no te conociera, parece que fueses otro ser diferente (e indiferente, a mi retina), como si nada…  ¡Como si nada!

Se me hace un nudo en la cabeza de tanto aguantarme, de tanto apretar los puños para no explotar y salpicarte.  Pero asciende por mi pecho esa arcada, ese asco descomunal que has implantado en mi estómago, y tengo que salir corriendo para ponerte a salvo de mi bilis.

Y a ti de repente se te envalentona el ruido, y yo me transformo en silencio.  ¿De verdad que no te cansas?  Que no eres capaz de darte cuenta que hace mucho que tus arañas no me retuercen, que ya conquisté esa cima, y ahora están todas muertas.  ¡Gané!

Sí, ya lo sé, otra vez volví a perder el compás y el tempo, pero no fui yo la que se dio la vuelta sin preguntar, sin dejar que me despidiera de la que era mi parte inmortal.  Yo me quedé entreteniendo a las fieras…

Y ahora me he devuelto a mis acordes, en armonía con mi propio ruido.  La puerta está cerrada, mi llave se ahorcó, tira ya la tuya…  Y que no se te ocurra volver.

Que entre tú y yo, aunque sólo haya tres metros, a mí me parecen tres mil.

No hay comentarios:

Publicar un comentario