Recuerdo que apenas pasan diez minutos que estábamos
soñando, apenas un rato, un solo instante.
Se te escapa una sonrisa, los ojos te brillan al mirarme. Me abrazas y me cuentas la mejor de las
noticias (creo que me va a explotar el pecho, creo que una carcajada alegre se
me escapa de la boca). Te sientas en el
sillón y una sola palabra mía te cambia el gesto, me lo cambia a mí, y ya casi
ni te miro, y las manos se me llenan de furia, una furia pesada que apenas puedo
ni mover… Y la arrojo contra ti, pero ni
siquiera te toca.
Acabo de despertarme en mitad de ningún sitio.
Busco entre las sábanas por si aún queda algo de ti, pero no
encuentro más que un montón de magia rota y abandonada que has dejado de
cuidar, y veo cómo se apaga su brillo, y no la puedo reanimar. La amontono en el mismo cenicero donde voy
tirando mis neuronas, reduciéndolo todo a cenizas, y la miro consumirse, y se
me frustra la impotencia de tanto querer hacer y toparme de golpe contra un
muro gigante e imposible de saltar. Ya
me sangran los nudillos por gritar tanto en esta batalla absurda, ya no sirve
de nada seguir luchando. Abandono, no
puedo más, he perdido nuestra guerra.
Me retiro derrotada a meterme en la basura, y me escondo de
tus pupilas, no soporto que me mires, no soporto que me hayas ganado en lo que
jamás debió ser una competición. No,
cariño, NUNCA ha habido ningún tipo de competencia, NUNCA hubo ningún interés
oculto, NUNCA quise de ti nada que tú no quisieras regalarme, NUNCA he querido
quererte, y NUNCA me imaginé perderte, al menos no de esta manera.
Y mientras me lamo las heridas, voy haciendo el recuento de
las bajas. Espera, que antes de ponerme
a pensar tengo que embriagar un poco mi mal humor, que la sed no se me pasa por
más que trago, y desespero. Y otra vez
más rabia, rabia de esa que pesa, de esa que ahoga y se me anuda en la
garganta. Quiero vomitarlo todo, hasta
esa palabra más pequeña y rebuscada, hasta esos minúsculos momentos en los que
la duda me tentaba a enterrar nuestra historia en la fosa común. Todo, ahora quisiera escupirlo todo, ya no lo
quiero… Y si lo quiero, no quiero
quererlo.
Se me han aparecido de golpe los fantasmas, y se me ha
olvidado cómo hacerles frente. Finjo,
finjo todo para no asustarme, y tengo frío, y se me apartan las palabras. Cuánto vértigo… Pero no soporto el (TU) silencio. He perdido los papeles, me he caído entre las
sábanas. Soy pequeña, muy pequeña, y
creo que algo me aplasta.
Sigo fingiendo…
Y al volver esta mañana me topé con el vacío, todo blanco,
sin sentido, el silencio contra mis gritos. Y noté cómo un cristal se me rompía en el
pecho, en mil pedazos, sin hacer ruido.
Te doy las gracias con chocolate, y corro a esconderme para
que no puedas ver cómo me apago, y no te asuste mi cadáver.
Un abrazo entre las lágrimas…
…y hasta siempre, Pelirroja.
--->MiÉrCoLeS^^
Me moriré de ganas de decirte tantas cosas, de quererte
tantas veces, de arrancarme del costado las yemas de tus dedos, que ahora
queman de tanto frío. Y ojalá que
alguien me pare al perseguirte en esta mínima distancia, que se rompa ya ese
hilo que aún te ata a mi cerebro, y que deje de esperarte, y parar ya de
correr. Estoy cansada… Me duele todo (PÁRAME).
(Lo que mata no es el amor…
…sino la ESPERANZA)
No hay comentarios:
Publicar un comentario